Moral y orden, reseña en la revista Vínculos de Historia

Una reseña del libro  Moral y orden. La delincuencia en los inicios de la modernidad en Ecuador, de Ana María Goetshcel se acaba de publicar en la revista del Departamento de Historia de la Universidad de Castilla de la Mancha, España.  El libro, coedición FLACSO-Abya-Yala, fue ganador de uno de los premios municipales 2019. La reseña nos la ha enviado su autor, Nicolás Buckley.

 

“Moral y orden” es un libro que cabalga entre las disciplinas de la historia y la sociología. Sin embargo, hay un protagonista claro en el libro, y este es el Estado. Concretamente, Goetschel analiza el Estado ecuatoriano no como una mera abstracción, sino como una institución burocrática “con problemas para ejercer su poder”. Desde los estudios post coloniales, e incorporando la perspectiva de género, la autora afirma que el sistema punitivo ecuatoriano (y, por ende, del resto de las jóvenes repúblicas latinoamericanas) fue un elemento clave para entender como la modernidad entró en el país. En otras palabras, el “discurso del orden” sirvió fundamentalmente como excusa para que las élites ecuatorianas sometieran a la población y consolidaran un proceso civilizatorio que había comenzado con la llegada de los españoles en el siglo XVI. “Moral y orden”, por lo tanto, es una enmienda a las formas de vida occidentales impuestas en el continente latinoamericano durante los últimos dos siglos.

En su crítica hacia el proceso de modernización ecuatoriano, Goetschel sigue la estela de historiadores como Eduardo Kingman, que mostraron como, en los inicios de la modernidad en Ecuador, las élites trataron de conjugar un proyecto político moderno (la construcción del Estado-nación) sin perder los antiguos privilegios coloniales. Este proyecto de construcción del Estado ecuatoriano durante el siglo XIX fue tortuoso debido a que, hasta mediaos de este siglo, los ecuatorianos se sentían mas identificados con una identidad regional (desde las tradiciones culturales de la costa o de la sierra), que con la nación ecuatoriana. “Moral y Orden” describe dos etapas clave en la construcción del estado moderno a través de dos de las figuras políticas mas carismáticas en la historia de Ecuador: el periodo conservador (1861-1875), liderado por Gabriel García Moreno, y la etapa liberal, hegemonizada por el primer gobierno de Eloy Alfaro (1895-1912). ¿Cuál es la tesis principal del libro? A pesar de las diferencias ideológicas entre liberales y conservadores, ambos liderazgos tuvieron como principal objetivo domesticar a la población ecuatoriana, hacerla sumisa en torno a unos valores positivistas donde razón y progreso fueron el leitmotive (la razón se ser) de este proyecto modernizador.

Entrando en una de las grandes discusiones teóricas sobre que surgió antes, la nación o el Estado, Goetschel se apoya en las tesis de Ernest Gellner, Eric Hobsbawm o Benedict Anderson, y describe la nación no como un producto ahistórico, sino como una creación de la modernidad. En esta línea de análisis, la República ecuatoriana surgiría a principios del siglo XIX como un estado débil y por ende con dificultades para constituirse (aunque sea de manera imaginaria), como nación. El presidente conservador García Moreno entendió esta correlación (no se puede constituir un estado fuerte si una nación cohesionada que la 476 | Vínculos de Historia, núm. 10 (2021)

sostenga), y en la Convención de 1881 definió a Ecuador como “una comunidad con sentido de tradición y raíces históricas”. Este presidente quiso “poner orden” en Ecuador a través de un elemento esencial que había definido claramente las relaciones jerárquicas desde los tiempos coloniales, el catolicismo. García Moreno, aunque mediante un esfuerzo de pragamatismo trató de incorporar a sectores subalternos como los indígenas y las mujeres, hizo de Ecuador la ‘nación católica’ que tenía a la “raza blanca indoeuropea” como su espejo cultural. Si para los europeos la religión católica ha tenido históricamente un componente de atraso con respecto a los valores modernos y seculares (un ejemplo son los países de tradición católica y por ende menos desarrollados del sur versus los países protestantes y mas modernos del norte de Europa), en América Latina el catolicismo trajo el imaginario de la modernidad. Este fue el contexto en el que García Moreno acuñó el concepto de “modernidad católica”.

¿Cómo cambia esta comunidad imaginada entre la salida de García Moreno del poder (lo que supone el fin de la etapa conservadora) y la llegada del liberal Eloy Alfaro? Goetschel pone el foco en como el liberalismo ecuatoriano trata de incorporar la comunidad indígena al Estado a través de la redención. El indio y la hacienda como símbolos del atraso. Si los valores dominantes del Garcianismo fueron la moral y el orden, durante el liberalismo la moral católica fue sustituida por el culto al trabajo. Si el panóptico tenía como objeto “confinar al delincuente en un espacio cerrado, dejando atrás su presencia bochornosa en las calles”, la cárcel, tal como la conocemos en el actual siglo XXI, sería (siguiendo a Foucault) el elemento clave para entender la modernidad. La Revolución Liberal consagró el encierro y el aislamiento del preso con respecto al resto de la sociedad y, a su vez, acercándose a la pedagogía como instrumento de modernización, empezó a poner atención en la rehabilitación del preso. Tanto en la época conservadora como en la liberal, el potencial enemigo del estado se retrataba en los carteles de fugitivos que colgaba la policía en los muros. Estos carteles reflejando el sentido común del ecuatoriano medio, retratando a la mayoría de potenciales delincuentes con rasgos indígenas.

Si asumimos que entre historiadores y demás científicos sociales hay consenso en retratar el atraso económico de las comunidades indígenas como el gran conflicto sin resolver de América Latina, este libro nos invita a entender la entrada de Ecuador en la modernidad desde un conflicto permanente con el legado de la colonia. La autora conecta además estos comienzos de la modernización del Estado con la dominación masculina “incorporada a la vida de los individuos como hábitus o sentido común, que violenta las relaciones cotidianas de manera brutal”. La conformación del Estado moderno ecuatoriano implicó la eliminación de diversas tribus amazónicas. En este sentido, la “civilización del castigo” se entiende como un tipo de ‘modernidad periférica’, basada en la “reproducción civilizada de la exclusión”. Esta exclusión es también de género atendiendo a como el gobierno conservador de García Moreno consolida la autoridad del pater familias a través del Estado. Aunque durante la etapa liberal la educación laica facilitó que se abriesen nuevos espacios de poder para las mujeres, en la esfera privada la dominación del hombre sobre la mujer no hizo mas que consolidarse. Recurriendo a la noción de Norbert Elias de “proceso civilizatorio”, Goetschel analiza la historia moderna de Ecuador a través de la biopolítica y, por ende, del control de los cuerpos. Las costumbres y los comportamientos de los ecuatorianos durante la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX estuvieron marcados por este “proceso civilizatorio” en el que todo empezaba y acababa en una modernidad soñada y traída del otro lado del Atlántico.

“Moral y Orden” es parte de una historiografía latinoamericana que pone en el centro de su análisis la vida cotidiana. Si en Europa historiadores como Tony Judt o Timothy Snyder trataron de describir grandes conflictos (como las dos guerras mundiales del siglo Vínculos de Historia, núm. 10 (2021) | 477

  1. XX) a través de como los europeos vivían su día a día, en América Latina la cotidianidad está marcada por un permanente estado de sometimiento. Dicho de otra forma, a pesar del crecimiento de las clases medias latinoamericanas durante estas dos primeras décadas de siglo XXI, esta región aún no ha conseguido formar sociedades cohesionadas (Uruguay y Costa Rica, en camino se serlo, serían las dos grandes excepciones). Goetschel analiza la delincuencia en los inicios de la modernidad ecuatoriana como una “estructura de la sensibilidad”, es decir, los actos delictivos no pueden condenarse simplemente en términos morales, sino que retratan el momento histórico de un país. La vida cotidiana en América Latina desde el siglo XIX hasta la actualidad esta cruzada por estructuras políticas y legales impuestas, que no encuentran anclaje en las culturas originarias de la región.

Nicolás Buckley

Universidad Metropolitana del Ecuador

nbuckley@umet.edu.ec

https://orcid.org/0000-0002-2230-6129

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