Abya-Yala estará este fin de semana (26 y 27 de agosto) participando en la Feria de La Floresta, con libros a bajo costo y un catálogo amplio en publicaciones de ciencias sociales. Nuestra editorial se suma a los festejos del centenario y a la propuesta del colectivo de La Floresta y aporta con su granito de arena para incentivar las mejoras del barrio del que es parte. En La Floresta confluyen las universidades Salesiana, Andina, Católica, Politécnica Nacional y Metropolitana. Abya-Yala se siente parte de ello y pone a su disposición su catálogo a los estudiantes de Ciencias Sociales, principalmente. Quienes este fin de semana recorran las calles del barrio, se sorprendan con el color de los arupos, contemplen la variedad de murales, degusten las comidas y disfruten de la música y del programa festivo, están también invitados a descubrir la vasta literatura sobre pueblos indígenas, historia, antropología que hacen parte de este sello editorial que también hace parte del barrio. Estaremos en la Guipuzcoa y Mallorca, Edificio QPH. !Están invitados!
BREVE HISTORIA DEL BARRIO LA FLORESTA
«El diseño urbano de La Floresta se remonta a la segunda década del siglo XX y surge a raíz de la lotización de la hacienda del mismo nombre de propiedad de la familia Urrutia. La creación oficial del barrio se produce el 24 de mayo de 1917. Se conoce que la planificación urbana fue obra del Arquitecto Rubén Vinci, a cuya autoría se debe la edificación de algunas de las primeras casas. El diseño del barrio se ajusta a un esquema de centralidad organizado en torno a en una plaza hexagonal en la que desembocan seis vías radiales que se adaptan a la topografía tipo colina del sector, en cuya cúspide descansa el redondel que, en pocos años, fue embellecido con la colocación de la hermosa y emblemática pila de piedra que todavía podemos admirar hoy. José Gabriel Navarro, célebre historiador del arte por su contribución al conocimiento de la “escuela quiteña” y habitante legendario de La Floresta, fue el primer teniente político.
La Floresta conservó cierta autonomía urbana respecto de la zona norte de Quito, más expuesta a la modernización, por el hecho de que se mantuvo encerrada dentro del muro que perteneció a la antigua hacienda hasta mediados del siglo XX, época en la que los propios vecinos, organizados en minga, la derribaron.
En la década de 1940 la Floresta adquirió la categoría de parroquia urbana por ser un sector ya consolidado, y como barrio de la ciudad pasó a formar parte del sistema de multicentralidades urbanas del Plan Regulador propuesto por el Arquitecto Guillermo Jones Odriozola, y aprobado por el municipio en 1945. Este plan fue declarado el marco de desarrollo del Quito moderno hasta el año 2000. Sin embargo, en algún momento de la segunda mitad del siglo XX se lo abandonó en favor del actual proyecto de ciudad compacta, “moderna”, sometida a dinámicas de intensificación del flujo vehicular que fracturan la ciudad en partes inconexas. El plan Odriozola, por su interés en consolidar un urbanismo basado en la potencialización de los espacios públicos, concibió una ciudad conformada por comunidades barriales descentralizadas y autosuficientes en el acceso a servicios, comercio, educación, salud, y al derecho a disponer de espacios verdes. Un ejemplo de la visión social del Plan fue la preocupación por facilitar el acceso de los niños a escuelas barriales, a través de un sistema de parques continuos que les permitirían caminar sin tener que atravesar calles de alta circulación vehicular.
De alguna manera, la estructura histórica de la Floresta todavía reproduce la configuración de una “ciudadela” poseedora de vida propia. La centralidad del parque del redondel y de la iglesia parroquial le dotan de identidad y de un sentido de tradición barrial que se resiste a morir. Este tipo de organización urbana refleja el sello de autosuficiencia que la Floresta ha mantenido desde sus inicios. Precisamente, para que el redondel pudiera ser tanto un espacio público aglutinante, como un centro de aprovisionamiento de productos para el barrio, se reguló desde su fundación que las edificaciones no tuvieran retiro para que pudieran ser usadas como pequeños locales comerciales. El resto del barrio adquirió un carácter residencial y fueron numerosas las casas que contaron con hermosos jardines que se pueden aún apreciar ahora. (Texto elaborado por el Comité Promejoras, agosto 2011)