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Una visita marcada por la hospitalidad y el interés por el trabajo de Abya-Yala

En el marco de la visita del Rector Mayor de la comunidad Salesiana, Fabio Attard, sucesor de Don Bosco, la delegación que lo acompañó visitó la Librería Abya-Yala el pasado 13 de septiembre.
En una reunión más bien informal, José Juncosa, director de Abya-Yala, dio la bienvenida y comentó que la editorial está cumpliendo 50 años de vida. Como obsequio se entregaron tres títulos recientes que dan cuenta de la línea editorial de Abya-Yala: Como piensan los bosques de Eduardo Kohn, un libro a propósito de la defensa de la Casa Común de la que habla el papa Francisco; Sobre la razón, de Chuwudi Eze, un pensador de origen africano; y el último número (69) de Pueblos Indígenas y Educación coeditado con la UNAM de México,
Además, se entregó a los asistentes una mocawa de la que parte el isotipo de la editorial, como muestra de hospitalidad. La mocawa representa la conservación y respeto al patrimonio e identidad de los pueblos. Los integrantes de la delegación mostraron su interés y aprecio por el trabajo de Abya-Yala, la editorial que está al servicio de los pueblos.

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El último vuelo de la mariposa en Quito y Cuenca

El libro de Julián Estrella se presentó en Quito el pasado 11 de septiembre y se presenta en Cuenca el miércoles 17 de septiembre. Cecilia Chérrez, del Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo, nos comparte el comentario de la obra que fue leída el día de la presentación:

El libro El último vuelo de la Mariposa, de Julián Estrella, inicia con el llamado de una feminista ecuatoriana a ser las alas que causen la tormenta.

El análisis planteado en el libro deja claro que la tormenta a enfrentar es el sistema de devastación dominante, provocada por un productivismo y consumo exacerbados así como la generación de desechos, muchos de ellos tóxicos, que rebasan la capacidad de asimilación de los ecosistemas; y además, enfrentar las relaciones basadas en la subordinación y violencia contra las mujeres, que somos la mitad de la humanidad.

Es que Julián Estrella viene de Cuenca, una ciudad intensamente movilizada en favor del agua que recibe del páramo de Kimsacocha, porque oficialmente se insiste en dar luz verde a la fase de explotación del proyecto minero Loma Larga, que provocará la disminución de caudales y una grave contaminación con metales pesados, entre ellos arsénico. Esto se pretende consumar desconociendo los estudios de instituciones como ETAPA, que alerta sobre este peligro, y las tres consultas populares vinculantes (de 2011, 2019 y 2021) en las que Victoria de Portete, Girón y Cuenca, se pronunciaron abrumadoramente porque no se dé minería en fuentes de agua.

Este 16 de septiembre en Cuenca habrá una marcha en la que participarán sectores sociales de Cuenca, Azuay y el país, que ven reflejadas sus propias preocupaciones sobre los impactos de la fiebre minera en los páramos y los bosques; la contaminación del agua; la afectación a la producción agrícola y pecuaria en muchas zonas; la posibilidad de catástrofes por posibles roturas de relaveras con desechos mineros. En otras palabras, quedarán daños a perpetuidad en la naturaleza y en la vida de la gente.

Estas arbitrariedades no son casuales. Responden a la lógica de sacrificar territorios y comunidades en nombre del desarrollo, al poner los derechos del inversionista sobre los derechos humanos, de los pueblos y la naturaleza.

El autor plantea un cambio de paradigma en el que confluyan los aportes del ecologismo y del feminismo. Para ello, toma por ejemplo aportes teóricos como los de Francois D’Eaubonne, una de las impulsoras del ecofeminismo, que señala que “la sobreexplotación de los ecosistemas y sus funciones se basa en los mismos fundamentos culturales y socio-económicos que subordinan a las mujeres…”.

Aquí, cabe mencionar la situación que viven las mujeres jornaleras en plantaciones bananeras o moradoras en zonas aledañas, permanentemente expuestas a fumigaciones aéreas. O las que trabajan en empacadoras de mariscos y pescado con temperaturas muy bajas. Las que han sido y están siendo desplazadas de sus espacios de vida por la imposición de proyectos mineros. Aquellas que son forzadas a convivir con ríos convertidos en vertederos de desechos de las instalaciones petroleras en la Amazonía. Las que trabajan en florícolas -expuestas rutinariamente a agrotóxicos -. O las que debido a estos escenarios sufren abortos no deseados, o deben cuidar, sin apoyo público, a niñas/niños nacidos con distintas malformaciones o son víctimas de cáncer y otras enfermedades catastróficas.

Por qué y para qué producimos lo que producimos? Cómo se toman las decisiones que profundizan este modelo productivista y de intensidad metabólica desbordada? Son preguntas que se plantean en el libro.

Y hay razón en esto, porque viendo cómo se toman las decisiones, una diría que la democracia está en extinción, parafraseando una consigna de la lucha ecologista cuando se cometió fraude para impedir la consulta popular por el Yasuní en 2014.

Si solo se toma en cuenta lo relacionado con los Tratados de Libre Comercio, casi convertidos en columna principal de la política económica nacional, estos son negociados en condiciones de reserva, sin una evaluación previa de los impactos en derechos humanos, como recomiendan varios Relatores Especiales de Naciones Unidas, ni permitir que las organizaciones sociales accedan a información sobre lo que se está negociando, lo que impide que haya un debate público sobre sus implicaciones.

El hecho es que una parte de sus efectos tiene que ver con la expansión en los territorios de las principales actividades de agroexportación (camarón, banano, flores, pesca), que vimos cómo impactan en la vida de las mujeres, sus familias y comunidades.

A la vez, se renuncia a proteger la pequeña producción, exponiéndola a competir con productos importados que generalmente son altamente subsidiados; y se flexibilizan las normas de control ambiental a los inversionistas – que llegan amparados en estos TLC, para poder demandar al Ecuador en tribunales de arbitraje-.

A lo largo del libro el autor analiza críticamente las políticas y prácticas extractivistas, patriarcales, coloniales, compartidas por izquierdas y derechas, así como las limitaciones a la posibilidad de comprender la vida en su complejidad a causa del binarismo político. Plantea por eso la necesidad de enfrentar esta realidad desde propuestas como el ecofeminismo, que construye nuevas dimensiones interdependientes que se potencian entre sí: la liberación de las mujeres y del mundo natural.

Esto tiene que ver, al menos, con alcanzar una vida sin violencias, la distribución equitativa de los cuidados, la eliminación de las múltiples formas de subordinación y exclusión económica y ante la ley, que demanda el feminismo; y desde el ecologismo: abrir condiciones para el post extractivismo, el respeto de los derechos humanos colectivos y de la naturaleza, la soberanía alimentaria, el fin de la impunidad corporativa, el derecho a defender la naturaleza y los territorios sin criminalización, el reconocimiento de la deuda ecológica que los países del Norte mantienen con los países del Sur.

Julián incluye un fragmento del Llamado Vital a la Conciencia redactado en 1977 por el escritor iroqués John Mohawk y refrendado por los Jefes de la Liga de las Seis Naciones (Haudenosaunee o Confederación Iroquesa), para la liberación de todo lo que sostiene la Red Sagrada de la Vida: el aire, las aguas, los árboles, … liberarles de la explotación y destrucción del Mundo Natural por parte de la cultura occidental.

Frente a esto, el autor abre un camino a recorrerse desde un ecofeminismo práctico y cotidiano, que apuesta por la transformación cultural desde la sensibilización, la educación, la acción directa, la no colaboración con el sistema que destruye la red sagrada de la vida… porque los medios crean el fin, porque lo personal es político.

Finalmente, me anima compartir con ustedes que ayer se presentó el libro Ficciones Climáticas 2226, una compilación de artículos escritos por jóvenes que proyectan un otro mundo posible en 200 años …. Una inesperada coincidencia en la que veo que ambos escenarios se conectan en un mismo propósito: el de garantizar a las próximas generaciones un otro mundo posible y que esto no podría ser posible sin la constelación de esfuerzos cotidianos, concretos, a los que nos convoca este libro del Julián Estrella que estamos presentando.

Ser capaces de muchos aleteos de mariposas para frenar a la tormenta. Seguir fortaleciendo los caminos abiertos en este país que ha votado en consultas populares tantas veces a favor de la naturaleza. Juntarnos en clave de tejer más comunidad, más organización social, más No Violencia Activa para defender la vida. Siempre contagiando esperanza.

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Filuni

Abya-Yala estará en la Feria del Libro Universitario en México en el stand de Ecuador

Del 26 al 31 de agosto de 2025 se celebra, en la Ciudad de México, una de las mayores ferias del libro universitario, la FILUNI. Este año, Abya-Yala estará presente en un stand compartido con otras editoriales universitarias, gracias al esfuerzo y apoyo de la Cámara Ecuatoriana del Libro.
En esta séptima edición de FILUNI, la Universidad de Chile será la invitada de honor, y nuestro país estará presente con la representación de seis sellos editoriales universitarios ecuatorianos, que mostrarán la riqueza y diversidad de la producción académica nacional:
Universidad San Francisco de Quito – USFQ Press
Editorial Abya Yala- Universidad Politécnica Salesiana
Universidad UTE – Editorial Universitaria UTE
Instituto de Altos Estudios Nacionales – IAEN
FLACSO Ecuador – Editorial FLACSO Ecuador
Universidad de Las Américas – UDLA Ediciones
El stand del Ecuador estará ubicado en el número 100, con un espacio de 27 m², donde se exhibirán más de 150 títulos y alrededor de 300 ejemplares, abarcando una amplia variedad temática: antropología, sociología, gastronomía, historia, filosofía, estudios políticos, lingüística, economía, relaciones internacionales, entre otras áreas del conocimiento.
En el marco de la feria, Abya-Yala presentará dos nuevos títulos, publicados en coedición con México:
Educación Intercultural desde Abya-Yala, edición coordinada por Christian Cruz, Diana Ávila. Verónica Luna y Sebastián Granda Merchán. Una obra resultado del trabajo colaborativo en el que participó un importante número de investigadores de diferentes contextos culturales, adscripciones institucionales y países, vinculados con proyectos educativos interculturales, alternativos y contrahegemónicos.
Resistencia indígena en Abya Yala, coordinada por Saul Velasco y Giovana Aldana,
En esta obra se presentan ejemplos en los que se encuentran principios de conexión y heterogeneidad, multiplicidad, ruptura significante y cartografía. Una obra que muestra la manera más creativa que tienen los pueblos indígenas para actuar defendiéndose desde diferentes lugares y contextos y con respuestas diversificadas. No propone una visión de victimización de las comunidades como actores creativos, resilientes y propositivos frente a la adversidad que se les impone en el sistema capitalista actual.
Ambos títulos hacen parte del catálogo de novedades con el que la Cámara Ecuatoriana del Libro dará a conocer las novedades producidas por las editoriales ecuatorianas y que pueden encontrarlo en este enlace:
https://drive.google.com/file/d/1lG-K7ZALXeZ6OGlf7K3gMlztuAg5xCUa/view

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Desaprender para volver a ser

Voces perdidas en el silencio colonial o la pregunta por la ausencia de lxs otrxs

Michael Handelsman nos comparte el texto que Yuliana Ortiz Ruano hizo en abril 2025, en el lanzamiento del libro,” Desaprender para volver a ser: Apuestas decoloniales desde y con voces afro del Ecuador y Colombia” (Quito: Editorial Abya Yala, 2024). Lo publicamos en esta página para el público general y agradecemos a la autora por su comentario.

El libro de Michael Handelsman, emerge como una herramienta crítica fundamental para repensar las estructuras epistémicas que sostienen la exclusión de saberes y sujetos racializados. El libro propone un giro radical en la forma en la que entendemos la educación, la historia, la memoria y la representación, particularmente en contextos marcados por la colonialidad del poder y del saber.
Desde las primeras páginas, Handelsman se posiciona no como un traductor de las voces negras, sino como un cómplice activo en la tarea urgente de desaprender. Este acto más que una consigna performática, se convierte en el eje metodológico y ético del texto: ¿cómo desentramar los saberes que nos formaron para invisibilizar? ¿Cómo romper con las pedagogías que, como señala Yasnaya Aguilar Gil, silencian naciones y saberes que existían mucho antes de la imposición colonial?
La propuesta de Handelsman no se queda en la crítica abstracta, sino que se arraiga en un diálogo comprometido con figuras y procesos concretos de resistencia. Referencias como la del maestro Juan García, el bambero mayor quien nos dejó la pedagogía de “cultivar casa adentro”, sirven para pensar una descolonialidad que no se impone desde afuera ni desde arriba, sino que se gesta en lo cotidiano, en las prácticas comunitarias, en las genealogías orales y afectivas.
Uno de los aportes más contundentes del libro es la forma en la que recupera voces históricamente perdidas en el silencio colonial, aquellas que han sido sistemáticamente borradas o traducidas por las epistemologías dominantes. Handelsman se pregunta por la ausencia constante de “lxs otrxs” en los relatos oficiales, en las academias, en las políticas públicas. Y más allá de solo registrar esa ausencia, propone formas activas de contrarrestarla, entendiendo las apuestas interculturales no como metas sino como procesos siempre inacabados. Gestos y actos en los que insistimos día a día.
En este sentido, su texto se convierte en un espacio para lo que podría llamarse una escucha radical. No se trata simplemente de incluir a las voces negras en los sílabos, tampoco de insistir en educarnos o infantilizarnos, sino de permitir que éstas desestabilicen el orden del discurso. Es un ejercicio de des-apropiación del privilegio blanco dentro de la producción de conocimiento, lo cual resulta especialmente significativo viniendo de un autor blanco que ha optado por habitar una posición ética de incomodidad y reconfiguración.
A lo largo de su recorrido por experiencias afrodiaspóricas en Ecuador y Colombia, Handelsman insiste en que la descolonialidad no puede convertirse en una moda académica más. Tiene que doler, descolocar, comprometer. En ese sentido, el libro puede leerse como un llamado a pensar los proyectos educativos, culturales e incluso literarios desde una óptica insurgente, que no tema al descentramiento, a la contradicción, al cuestionamiento radical de lo aprendido. A inventar y tejer una lengua desobediente.
El autor asume que, si aprendimos a excluir, también podemos (y me atrevo a decir debemos) aprender a vivir desde otros códigos, otras sensibilidades, otras memorias. Y para eso es indispensable la escucha activa de quienes han sido históricamente negadxs: no para representarles, sino para acompañarles en la apertura de espacios donde su palabra sea, en sí misma, centro y frontera de un nuevo saber.
En tiempos donde las derechas se reciclan y las luchas por la memoria se disputan palmo a palmo, este libro se ofrece como una herramienta ética y política. No habla sobre lo afro, sino desde y con lo afro, una distinción que marca profundamente la estructura y la intención del texto.
Con una escritura honesta, a ratos incómoda, siempre crítica, Handelsman nos entrega un libro que no se lee sin consecuencias. Porque leerlo es también confrontar las formas en que hemos sido educadxs y educamos para negar y para callar. Leerlo es, en definitiva, un primer paso hacia ese volver a ser del que habla el título: un ser despojado del peso colonial que insiste en callar nuestras voces más profundas.

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Archivos y misiones en la XV Conferencia SALSA, Helsinki, 2025

La XV Conferencia Bienal SALSA 2025 tendrá lugar en la Universidad de Helsinki, del 4 al 6 de agosto de 2025. La Sociedad para la Antropología de las Tierras Bajas de Sudamérica (SALSA) es una asociación profesional independiente de antropólogos especializados en las regiones de tierras bajas de Sudamérica. Los principales objetivos de SALSA son fomentar una investigación sólida y ética y promover la educación de los estudiantes y del público en general.
Basándose en el espíritu cosmopolita de la comunidad SALSA, el apoyo de larga data de la Universidad de Helsinki a la erudición sami, y el trabajo pionero del Programa Global de Estudios Indígenas en la investigación ética, el patrimonio biocultural indígena, los derechos y la política, la Conferencia presenta una rara oportunidad para avanzar en la misión de SALSA. También supondrá un paso decisivo para abordar cuestiones acuciantes y de gran alcance en las tierras bajas de Sudamérica, como la minería, la extracción de recursos, la deforestación, la salud, la urbanización y las cuestiones de género

El diálogo magistral

Una de las actividades más importantes en esta Conferencia es el diálogo entre María Clara Sharupi Jua y Philippe Descola. Ambos han publicado en editorial Abya-Yala. María Clara Sharupi es autora de Tarimiat, un libro de poesía que ha tenido especial acogida y que da el nombre a todo un proyecto cultural que la autora lleva adelante con mujeres amazónicas y Philippe Descola, quien es un referente en la Antropología y uno de los intelectuales más prestigiosos, publicó con nosotros La Selva Culta (1996).
Bajo la moderación de Natalia Buitrón, el diálogo aborda, entre otras, las siguientes cuestiones: ¿Qué simetrías pueden imaginarse para contribuir productivamente a la generación de conocimiento? ¿Cómo pueden los individuos y las comunidades escapar a los papeles tradicionales de “investigadores” u “objetos de estudio” situados asimétricamente? ¿Cómo pueden la poesía, la música, el arte, la narración de historias y la escritura en movimiento convertirse en medios y vías más igualitarios para compartir conocimientos, emociones y sentimientos? ¿Cómo, y en qué medida, pueden estos lenguajes crear realmente espacios de diálogo e intercambio, generando nuevas plataformas y formas de conocimiento donde todos los participantes, incluidos los seres diversos, y expresar lo que saben y sienten?
Además del diálogo, el evento artístico principal de la Conferencia será la puesta en escena de una obra que explora la coexistencia de dos seres míticos shuar: Etsa (el sol) e Iwia (el demonio antropófago de la selva). En esta obra se aviva el sincretismo entre la convivencia y la profunda relación entre la espiritualidad de la nación Shuar y las divinidades del universo.

Un panel sobre la Amazonía, los archivos y las misiones

El martes 5 el panel titulado Devolver una voz a los archivos. Silencios históricos y restitución en las tierras bajas de la América del Sur, coordinado por Elena Pierino y Raphael Preux. En él participan María Fernanda Troya con una investigación sobre Fotografías de archivo de misiones católicas en la amazonia ecuatoriana, experiencias de reapropiación y resignificación entre los Kichwa y Shuar; Victor Cova con una presentación titulada Failed Patrimonialisation. Luis Vargas Canelos (también autor de Abya-Yala) y Elena Perino hablarán sobre La restitución digital y el archivo comunitario como lugares de reelaboración colectiva de la historia local. Posibilidades y desafíos de la apertura de los archivos en las políticas de memoria.
José Enrique Juncosa, antropólogo y director de Abya-Yala, presentará su ponencia sobre Los conflictos de tierra entre los colonos y los misioneros salesianos del Vicariato Apostólico de Méndez-Gualaquiza (Ecuador) a partir de la documentación del Archivo Histórico Salesiano de Quito; Raphaël Preux ha titulado su ponencia «No es tuyo para que te lo quedes». Cómo antropólogos pueden relacionarse con la crítica achuar de la economía política de los archívos.
El panel se completará con la participación de Milagros Aguirre, editora general de Abya-Yala, quien hablará sobre Ocultados, los silenciosos habitantes del Yasuní y los archivos de la misión capuchina y Edson Krenak sobre Imaginários coloniais e a presença Krenak na casa do Outro: 200 anos de desencontros (1820-2020).

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Diálogo de saberes, un libro tejido entre varias manos

El pasado jueves 10 de julio se presentó el libro Conocimientos tradicionales, políticas públicas y diálogo de saberes, coordinado por Arturo Argueta Villamar, Catalina Campo Imbaquingo y Maya Pérez Ruiz. En el acto intervinieron, José Juncosa, director de Abya-Yala, Arturo Argueta (desde México) y Catalina Campo en representación de los autores y Kathy Álvarez. Reproducimos en este espacio el comentario de Kathy Álvarez y agradecemos por la participación en el evento y por contribuir con sus palabras a la promoción de la lectura de este importante texto.

Conocimientos tradicionales, políticas públicas y diálogo de saberes es un libro que ha sido tejido o trenzado por varias manos y que está estructurado en los campos de territorio, ambiente y producción; educación e investigación, debates sobre hegemonía y contrahegemonía, y, además, el campo de la salud y el cuidado de la vida.
¿Por qué hablar de un tejido o trenzado y qué es lo que se ha tejido? Lo primero es que los campos propuestos no están fragmentados, como suele hacerlo el pensamiento occidental, sino más bien es un texto que muestra el hacer y el pensar unidos y totalmente plurales: pluriculturales, plurilingüísticos, pluri jurídicos, pluri epistemológicos y plurinacionales situados en distintas geografías y con procesos socio económicos, históricos y políticos diferentes.
En este tejido o trenzado la correspondencia juega un papel central. En los distintos territorios se tienen otras formas de relacionamiento entre las culturas, las sociedades y las naturalezas. Y, es el espacio donde las distintas lenguas en lugar de clasificar las experiencias, las tejen o las trenzan con la finalidad de co-responder. Por ende, la socialidad humana está enlazada con las cosas, los seres, los entornos, las naturalezas. De ahí que todo se enfoca en la experiencia, el aprendizaje, la creatividad y la improvisación cosmológica en la que se involucra la praxis social del “estar vivos”, haciendo y pensando al mismo tiempo.
Otro factor a considerar para reforzar el argumento de que el texto ha sido tejido es que las distintas abstracciones y reflexiones están encuerpadas y materializadas en un conocimiento corporal, de intimidad corporal, reflexiva con el mundo que nos rodea (incluido el occidental, los Estados, las ONGs, las universidades, los hospitales) y donde se asientan los pensamientos, acciones y sentimientos. Se puede comprobar que las epistemologías son plurales, relacionales y suceden, como se puede apreciar en este texto, en comunidades científicas, grupos de trabajo, en comunidades de aprendizaje direccionadas hacia la vital ontología y hacia la participación en ellas en base a las correspondencias tanto en dimensiones conocidas como desconocidas.
¿Qué es lo que se ha tejido?
En el campo de Territorio, ambiente y producción, Nicanor, Bernardo, Diego, Ramón, Irma Victoria y María Eugenia desde una posición crítica y situada reflexionan sobre un sistema de saberes y prácticas con respecto a la autonomía, las territorialidades, la planificación y gestión territorial, los medios de vida, el diálogo de saberes en formato de radionovela, la invitación a un diálogo de saberes político, es decir, que construye puentes, y también se cavila sobre la medicina tradicional.
En el campo de la Educación e investigación, José Manuel, Carlos Alberto, Ximena, Arturo, Maya, José Roberto, Olga Lucía y Adelaida con amplia trayectoria en territorios ponen a discusión los avances de las comunidades científicas, las posibilidades y perspectivas de la construcción de grupos de trabajo. La necesidad de elaborar una política nacional epistemológica y que en la gestión estatal se impulse el enfoque de interculturalidad. Se tiene, además, los diálogos Inter científicos desde una metodología liberadora. Y, los vaivenes en la constitución de carrera de medicina tradicional donde se revaloriza los saberes indígenas y campesinos y se dialoga con la medicina occidental.
En los Debates sobre hegemonía y contrahegemonía, Maya Lorena, Arturo, Angelina, Roberto, Alberto, Sebastián, Cata, Oswando advierten sobre los procesos coloniales, los mecanismos de hegemonía, de dominación. La violencia epistémica y el plagio de los textiles. Sobre los sistemas de justicia y la necesidad del reconocimiento del pluralismo jurídico. Se propone una vigilancia epistemológica y de autoevaluación, se destaca la importancia de la acción conjunta, comunitaria y académica, una ciencia colaborativa, dialógica, plurilocalista y pluricultural.
A ustedes público presente, a quienes están conectados desde los diversos territorios les recomiendo sumergirse en este tejido o trenzado titulado Conocimientos tradicionales, políticas públicas y diálogo de saberes, una obra académica que nos enlaza y nos vuelve co respondientes, una “praxis social” transformadora donde quepan todos los mundos, y todas las vidas. Haciendo y pensando

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Warmi Pangui

Un texto estimulante y un autor que busca su lugar en el mundo

La actriz, directora, dramaturga y ensayista Marie Lourties nos hace un regalo. Desde París nos ha mandado una reseña de uno de los libros que compró en nuestra librería en su último viaje a Quito. La compartimos con nuestros lectores y agradecemos a la autora por su interés.

“Warmipangui es una categoría kichwa canelos compleja en su interpretación, que se utiliza para identificar a runakuna (personas) que nacen con cuerpos machos, que al ir creciendo descubren y desarrollan pensamientos, deseos sexuales, actividades y comportamientos de hembras en ciertos espacios. Construyen su cuerpo, sexualidad e identidad transitando la frontera entre el género masculino y el femenino, lo que se vive despierto y en el mundo onírico. Este tránsito otorga una flexibilidad para que el warmipangui pueda circular por los espacios que son usualmente definidos para cada género y también por los espacios del mundo espiritual y el cosmos. Warmipangui puede construir redes de relaciones familiares de acuerdo con su interés personal y afectivo. Es quien, la mayoría de las veces, se queda al cuidado de sus padres cuando estos son mayores. Puede construir su propia familia eligiendo como compañera de vida a una mujer heterosexual y procrear. Puede ocupar espacios políticos y sociales importantes dentro de la comunidad. Lo que importa, y por lo que será juzgado, es por sus acciones como persona, como pariente, como padre, como líder y en algunos casos por los logros conseguidos como intermediador entre la comunidad y el mundo de afuera.
En ciertos casos, las personas incluidas warmipanguiguna mantienen relaciones oníricas de afectividad y matrimonio con supayguna. Este es un concepto kichwa muy complejo que incluye a los diferentes seres poderosos del cosmos que habitan en sus mundos del agua, del suelo y de los bosques, como sacharuna (seres de la selva), yakuruna (seres del agua) y amazanga (madre o amo de los animales). Los indígenas kichwa canelos entienden que la sexualidad es diversa. Para ellos, las relaciones que mantienen con supayguna no sólo se dan para recibir conocimientos, obtener poderes espirituales y acceder ritualmente a los recursos del bosque y de los ríos. También en ellas se experimenta placer y se construyen lazos de parentesco.
(…) El vocablo warmipangui está conformado por un sustantivo y un lexema sufijoide que forma una palabra compuesta. Mi propuesta en este libro es que se puede entender la palabra warmipangui como el ser que se construye en el tránsito entre la subjetividad de los dos géneros; alguien que siente, experimenta y se asume como tal”.
Asi dice Enoc Merino Santi. Los subrayados son míos.

En 1990, aparece “Gender Trouble” de Judith Butler. Y con el, el concepto de “género”, construcción performativa en oposición al “sexo”, dato natural, pegó el salto cualitativo de la gramática a la filosofía. La célebre frase de Simone de Beauvoir, “la mujer no nace, se hace” deviene entonces en “se nace con un sexo, el género se hace”. 30 años han pasado y la palabra es hoy en día comúnmente utilizada.      
Ahora bien: el género como construcción performativa en oposición al sexo como atributo natural retoma, reafirma la separación entre natura y cultura, eje fundamental de la cosmovisión blanco-occidental desde el Renacimiento. Que, dicho sea de paso, apuntala, justifica las diversas conquistas, reconquistas, descubrimientos y demás misiones civilizadoras de la modernidad. Con lo cual, con toda fluidez (naturalidad tal vez) y sí, o no, con toda inocencia, el “género” se cuela, se desliza en el imperativo categórico de la identidad, hasta ahora propia del “sexo”. Al igual que el sexo, el género sigue siendo forzosamente determinado, categorizado, reconocible: es “uno”, y sólo uno: se es o hombre o mujer. Y el, o la, trans tampoco escapa de la representación binaria; ver su lucha por ser reconocidas, aceptadas, conceptualizados como “mujer” o “hombre”, obtener una modificación de inscripción en el Registro Civil, un carné de identidad, el acceso en espacios a baños, vestuarios acordes con su género, etc. Es el precio que se debe pagar a la sociedad para ser reconocible, aceptable, reconocido y aceptada por ella. Preciso que esta redacción ni es errática ni se debe a un error de mecanografía, tampoco a cierto desconocimiento de las reglas gramaticales, sino a la dificultad que plantean tales reglas para decir en nuestro idioma lo … indecible. Como escribe Sor Juana Inés de la Cruz, “de manera que aquellas cosas que no se pueden decir, es menester decir siquiera que no se pueden decir, para que se entienda que el callar no es no haber que decir, sino no caber en las voces lo mucho que hay que decir”.
Enoc Merino Santi (Iru Aya) propone en lugar de “uno u otro” un “entre”, en lugar de una definición, con todo lo que el término contiene de fin, en el doble sentido de la palabra, final y meta,  un género flotante, un transitar. Lo cito nuevamente:
“Warmipangui se construye a través de las relaciones familiares y sociales. Es reconocido como un ser que habita una identidad de tránsito _ni mujer, ni hombre_ como un cuerpo que vive en la frontera entre los dos géneros. Transita por los diferentes géneros y espacios (…) warmipangui se construye por medio del comportamiento social adoptado de acuerdo con los diferentes espacios, femeninos y masculinos, en los cuales se desenvuelve, permitiéndole obtener el reconocimiento sociopolítico dentro de la comunidad. Por ello, warmipangui no ve necesario transformar su cuerpo con una apariencia más femenina o asumir un rol definido de género (trans) para ser reconocido como warmipangui. Transita por el intermedio al habitar entornos, tanto femeninos como masculinos, no tomando parte en la lucha entre géneros, pues su posición es móvil. Esta apertura al tránsito entre los géneros y la apertura a diferentes espacios también se le da en lo relacionado con la sexualidad”.
El texto de Enoc Merino Santi (Iru Aya) recurre a numerosos vocables kichwa, que más que traducirse se explican ya que son conceptos desconocidos por el castellano, así largas citas en ese mismo idioma. Que se agradecen. Me resultó refrescante a la vez que estimulante toparme con la  densidad concreta de la biodiversidad humana. Somos entre las especies que pueblan esta tierra la que tal vez ofrece la mayor diversidad, todos iguales pero nomás diferentes. Multiplicidad de las maneras como las sociedades humanas han ido _ y siguen _ resolviendo cómo comer y cómo amar, cómo vestirse, adornarse, presentarse, cómo filosofar, pensar y comunicar ... en una palabra cómo vivir. Diversidad manifiesta, manifestada en particular en la multitud de lenguas que habitan este planeta con su amplitud fonética, sintáctica, gramatical.
Por lo que veo en esas largas citas en kichwa, me resultan claras algunas cosas. El castellano fuerza sistemáticamente la necesidad de enmarcar en un género, masculino o femenino, todo. Como que al habla se le encomienda la repetición machacona de un orden. Pero el kichwa no. Hablar en kichwa es vivir en un mundo no necesariamente masculino o femenino, este “o” siendo dramáticamente excluyente. Digo dramáticamente en el sentido performativo de la palabra. Es más, el castellano pretende que para hablar en plural de lo que fuera, el  masculino siempre se impone,  sobreentiéndose que incluye al femenino, haciéndolo desaparecer. No es el caso del kichwa. Warmipanguiguna, runaguna, supayguna, yukaguna, sachaguna …el sufijo guna indica el plural sin necesidad de definición genérica. Es realmente inclusivo. Sin necesidad de forzar el idioma. ¿Diremos que “naturalmente” ? Flexibilidad idiomática que abre la posibilidad de pensar un mundo que escape de la definición binaria, constante y obligatoria de género, un mundo abierto a la multiplicidad, un mundo abierto a la extensión del campo de los posibles y su exploración. Y si pienso en el presidente de USA que pretende imponer al mundo entero su idioma a la vez que se le ha ocurrido que se debería inscribir en la Constitución de su país al que encomienda la misión de dominar el planeta  _ y, porque no, ya puesto, el universo _, el que sólo existen dos categorías humanas, la de macho y la de hembra, pues.... me entran una inconmensurable tristeza, un monumental aburrimiento y un ardiente deseo de no vivir bajo su tutela. A la vez que me devuelve la alegría pensar que si necesita ese individuo grabar en el mármol constitucional sus ocurrencias, es que sabe y siente la infinita debilidad de su postura. Endeble, deleznable, es lo que es.

Sí, un texto refrescante y estimulante. Enoc Merino Santi (Iru Aya) no va por el mundo cargado de razón, no pelea ni reivindica. Cuenta, cuenta con toda la pasión y dulzura de quien busca entender, conocer y comunicar su mundo, su lugar en el mundo.

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Kathy Finne

Kathy Fine-Dere recuerda sus inicios con Abya-Yala

El pasado miércoles, 18 de junio, se presentó el libro Dinámicas de la indigeneidad en contextos urbanos de la Dra. Kathy Fine-Dare, publicado en coedición con USFQ Press . Comentaron la obra los antropólogos Michael Hill y Alexandra Martínez, destacando el trabajo de la autora de una etnografía poderosa resultado del trabajo de muchos años en Cotocollao, Quito. En el evento Kathy Fine-Dere habló de la importancia de editorial Abya-Yala en cuanto a sus aportes a la antropología. Reproducimos acá un fragmento de sus generosas palabras a propósito de los 50 años que cumple la editorial.

Me complace enormemente que esta obra se haya publicado en coedición con Abya-Yala , no solo por la calidad e importancia de sus publicaciones, sino también por mi experiencia trabajando con el fallecido padre Juan Bottasso. Conocí al padre Juan durante mis investigaciones de campo de tesis a principios de la década de 1980 y siempre me brindó un buen apoyo. Cuando me sugirió publicar mi tesis como libro con Abya-Yala, obtuve financiación de la Fundación Wenner-Gren para pagar a un traductor, a quien Juan localizó para mí.

Tras un proceso exhaustivo basada en la revisión por pares, el libro se publicó en 1991 con el título Cotocollao: Ideología, historia y acción en un barrio de Quito. Aunque mis colegas sugirieron que habría sido mejor publicarlo en inglés, sentí la obligación moral e intelectual de ponerlo a disposición del público ecuatoriano en español. No supe si alguien lo había leído hasta que regresé a Quito en 2003 y me enteré de que lo habían estado sacando de la biblioteca de la oficina municipal de La Delicia. El propósito de leer—especialmente los capítulos sobre danza y otras expresiones culturales—era contribuir a la revitalización local de las prácticas indígenas, un movimiento que había comenzado a expandirse globalmente a principios de la década de los noventa.

Darme cuenta de que mi trabajo podía marcar la diferencia en una comunidad local, me inspiró a regresar a Quito para enseñar y realizar más investigaciones. Esta meta se materializó con la ayuda otra vez del padre Juan, quien escribió una carta a la Fundación Fulbright solicitando una beca para que pudiera yo participar en el programa de antropología aplicada de la Salesiana.

Cuando regresé a Quito en 2005, beca en mano, el padre Bottasso me asignó a trabajar con la directora de una nueva maestría en antropología y cultura, esta misma Alexandra Martínez. La experiencia fue enriquecedora e inolvidable, ya que trabajé con estudiantes de diversos orígenes (afro, indígenas, mestizos) y con intereses muy diversos, desde la arquitectura y la arqueología hasta la cultura de las trabajadoras sexuales.

Fue esta experiencia la que me llevó a pensar en escribir una secuela del primer libro de Cotocollao, uno que pudiera vincular mejor las experiencias de los residentes indígenas urbanos del noroeste de Quito con las respuestas indígenas globales al capitalismo y al racismo, así como con las señales arqueológicas de los legados ancestrales.

Aunque la primera versión de este libro se publicó en inglés con el título Urban Mountain Beings: History, Indigeneity, and Geographies of Time in Quito, Ecuador (Lexington Press, 2020), la versión revisada en español es un producto mucho más rico y relevante, que espero también sea de utilidad para las comunidades locales. Como demuestra el trabajo de Michael con miembros de la comunidad de Yunguilla, así como el de Alexandra, quien ha trabajado con mujeres indígenas del Cotopaxi y entre los Achuar, la antropología ha escuchado con mucha atención a sus críticos, transformándose en un campo de estudio que trabaja con y para las personas en proyectos de gran relevancia e importancia para ellas, a medida que esta y otras disciplinas occidentales responden a las críticas que conducen a la descolonización del campo. Esto ha sido de particular importancia para mí debido a la naturaleza de mi trabajo con los pueblos indígenas de Norteamérica.

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Clacso2025

Editorial Abya-Yala participó en la feria del libro de Ciencias Sociales, CLACSO2025

Editorial Abya-Yala participó en la II Feria del Libro de Ciencias Sociales Latinoamericana y Caribeña, que se realizó en el marco de la X Conferencia Latinoamericana CLACSO2025 en Bogotá, Colombia, del 9 al 12 de junio.
Como parte de las actividades de la Feria se realizaron una serie de conversatorios sobre el mundo del libro. En la mesa titulada Experiencia de las editoriales independientes: industria editorial, circulación de las ideas y desafíos, participaron María Elvira Jaramillo (Siglo editorial, Colombia), Andrés Braconi (Tinta Limón, Argentina) y Milagros Aguirre (Editorial Abya-Yala, Ecuador). La mesa estuvo moderada por Marcela Alemandi, de CLACSO.
La tarea editorial es compleja y no está de espaldas a la realidad de cada país. Más aún, la realidad de las editoriales especializadas en Ciencias Sociales. María Elvira Jaramillo definió el proyecto de Siglo como un proyecto editorial que propone generar un diálogo abierto y crítico de la problemática nacional e internacional y centró su participación en el proceso de construcción de la paz en Colombia, Andrés Braconi, puso en escena el duro momento que está viviendo Argentina en una economía de guerra: “el sector del libro no escapa a este desastre: de la pandemia a esta parte, la facturación de las editoriales, distribuidoras y librerías cayó abruptamente, mientras el precio del papel y de los alquileres no dejó de aumentar, al ritmo del dólar. En los últimos cinco años cerraron aproximadamente 450 librerías (25% del total); la ciudad de Buenos Aires perdió una de cada tres librerías de barrio; gran parte de las editoriales independientes están endeudadas, operando con tiradas cada vez más cortas y muchas veces vendiendo por debajo del costo de reimpresión”.
Por su parte, Milagros Aguirre, de Abya-Yala, desarrolló el concepto de independencia editorial, desde un lugar, Ecuador, en el que la mayoría de sellos editoriales son independientes y responden a una sociedad poco dada a la lectura e inundada de iniciativas de auto publicación.
“Cuando pienso en la edición independiente pienso en la posibilidad de publicar desde los márgenes, tocar temas algo incómodos sobre todo en estos tiempos, abrir canales de expresión para hablar de extractivismo, de racismo, de feminismo, de ecología, de inclusión, de diversidad, de interculturalidad… y, probablemente, aunque esos temas sean para un nicho de lectores, hacen parte de la resistencia necesaria en tiempos de autoritarismos y de pensamientos únicos”, dijo y añadió que Editorial Abya Yala nace de la apuesta de un misionero salesiano, Juan Bottasso, curioso por el mundo indígena amazónico, particularmente el pueblo shuar… inició publicando unos folletos sobre cultura shuar realizados con la ayuda de estudiantes de esa nacionalidad, hace 50 años. Una apuesta que hoy tiene cerca de tres mil títulos en un catálogo bastante amplio, centrado en los pueblos indígenas y afrodescendientes, pero también centrado en la ecología, el medio ambiente, los feminismos, etc
El desafío de las editoriales independientes, además de jugarse en la puesta en circulación de las ideas, es sobrevivir no a las plataformas o a los formatos diversos de publicación, si no sobrevivir a la indiferencia, a la ignorancia, a la falta de creatividad, a la falta de curiosidad, a la ausencia de debate.

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congreso misionero

Congreso misionero salesiano en Buenos Aires: un espacio de reflexión

Del lunes 19 al jueves 22 de mayo, en Buenos Aires, Argentina, tuvo lugar el Congreso Misionero Salesiano Americano “Entrelazando caminos”. El evento, en el marco de los 150 años de la llegada de los primeros misioneros salesianos a América, convocó a misioneros y misioneras del continente, con una mirada que uniera razón y corazón.
El objetivo del encuentro fue fusionar la rica historia misionera salesiana con reflexiones críticas actuales para impulsar una evengelización cultural más efectiva en América.
En el marco del Congreso, en el que participaron autoridades de la Universidad Politécnica Salesiana, también participaron miembros del Directorio de Abya Yala: José Juncosa y Fernando Garcés. Además, Cecilia Ortiz, autora de La evangelización del pueblo shuar en la Amazonía ecuatoriana, libro publicado en coedición FLACSO-Abya-Yala.
José Juncosa presentó una ponencia sobre Las misiones del Vicariato Apostólico de Méndez y Gualaquiza (1893-1960): Civilización, educación y evangelización. Mientras que Fernando Garcés propuso el tema Interculturalidad crítica y la misión.
El p. Heriberto Cabrera Reyes habló de Horizontes Futuros: Proyecciones para la Misión Salesiana en América y el p. Domingo Botasso, junto al p. Diego Clavijo, hablaron sobre la Experiencia de evangelización e inculturación en el pueblo achuar: Luces y Proyecciones pastorales.
También se trataron temas como El rol del joven en la misión salesiana presentado por los hermanos Agustín Camiletti y. Lucas Mautino; y las Misiones Salesianas en Patagonia desde el 1875 al 1925, propuesto por María Andrea Nicoletti.
Cecilia Ortiz Batallas presentó una ponencia sobre Los salesianos y la evangelización del pueblo shuar en la Amazonia ecuatoriana.
Las conclusiones y compromisos a partir del Congreso estuvieron a cargo el p. Reginaldo Cordeiro, el p. José Adrián García, el p. Honorio Caucamán, Adrián Mandará y Blas Garzón Vera.
El p. Alejandro León y Pamela Alarcón hicieron un retrato de la Misión salesiana del sur de la Patagonia y, para concluir, el p. Néstor Zubeldía habló la foto soñada por Don Bosco.
Un encuentro fraterno que concluye con la conjugación del verbo corazonar, clave para entender las misiones en América y sus realidades diversas hoy.

Como parte del pronunciamiento final el Congreso Misionero concluyó que:
No queremos quedarnos en las ideas. Sabemos que “la realidad es superior a la idea”, y por eso buscamos formas nuevas, creativas y encarnadas de decir el Evangelio. Soñamos con una familia salesiana que no tema salir, que se deje interpelar, que se forme y se transforme, y que camine con otros, tejiendo juntos una historia de salvación. Y en estos 150 años de presencia salesiana en América, queremos que cada gesto nuestro –cada encuentro, cada opción, cada decisión comunitaria– sea parte de
una historia que sigue latiendo.

Abya-Yala, con un gran fondo editorial sobre misiones en su catálogo, aplaude y se suma al pronunciamiento.

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Réquiem por el Reino, una novela histórica de Luis Miguel Campos

El viernes 9 de mayo se presentó, en librería Abya-Yala, el libro Réquiem porel Reino, de Luis Miguel Campos. Una excepción dentro de nuestro catálogo, centrado en los libros académicos. Excepción justificada por cuanto se trata de una profunda investigación histórica narrada en forma de novela.
La obra aborda la existencia del Reino de Quito y la vida en el exilio de su principal promotor, el padre Juan de Velasco. La obra es una investigación histórica escrita en forma de novela. Y en ella rescata la figura de Juan de Velasco y el aporte de la obra de los jesuitas en la historia ecuatoriana.
En esta página reproducimos las palabras del autor, Luis Miguel Campos, que resultaron muy ilustrativas como un abreboca para quienes se aventuren a leer esta novela:

En un corpulento guabo
un viejo cárabo está
con el llanto de los muertos
llorando en la soledad…

Con este lastimero canto fúnebre comienzan las exequias por las raíces más profundas de nuestra nacionalidad.
Por un lado es una elegía a la muerte de Atahualpa, el último Inca, y a aquel trágico día en el que miles de indígenas miraron al cielo, aterrados, y al unísono exclamaron:
“chaupi punchapi tutayaca”, que quiere decir: “Anocheció en la mitad del día”, con lo cual se sellaba definitivamente el final del Tahuantinsuyo.
Por otro lado, este canto fúnebre evoca un antiguo reino, muy anterior al imperio Inca, conocido desde tiempos primigenios como Reino de Quito, que al igual que el Tahuantinsuyo estaba condenado a desaparecer.
Una tercera interpretación que emana de la sensación que produce el llanto solitario del cárabo, es sobrecogedora, porque se vuelve premonitoria. El canto del cárabo devela el proceso agónico de la cultura ecuatoriana.
Nuestra historia es un rosario de mil cuentas, cada una más desafortunada que la otra, prisioneras de un destino maldito en el que los personajes y las situaciones más valiosas y heroicas están condenadas al fracaso, a sabiendas de que el peor de los fracasos es el olvido.
Triste constatar que la verdad no existe. No existe en la Historia y por lo tanto no existe en la vida. Ya lo dijo algún teólogo: la vida no puede construirse con certezas.
Una mentira que se repite cien veces, se vuelve verdad, y esa es una sentencia inescrutable.
La gran mayoría de personajes de la Historia ecuatoriana parecería que son víctimas de un castigo, algo así como un pecado original disfrazado de destino, con lo que se comprueba que el libre albedrío es un mito.
La lista de personajes desaventurados es larguísima. Desde Atahualpa derrotado, pasando por Rumiñahui desdeñado, Cantuña mentiroso, Miguel de Santiago encerrado, su hija Isabel, la anónima, o el sabio Eugenio Espejo, condenado, o José Mejía, prófugo de sí mismo. Ni qué hablar de los mártires del 2 de Agosto, reclamando a oídos sordos que su sangre trajo libertad. Imposible olvidar a la más grande artista de la Colonia, la monja Estefanía Dávalos, que para no morir del aburrimiento se pasaba pintando florcitas y enredaderas en las contrahuellas de cuanta escalera hubiera en el convento. Dos Manuelas vejadas de prostitutas, varios poetas suicidas y hasta un hombre muerto a puntapiés.

La Historia del Ecuador es una larga colección de hechos desafortunados. Grandes artistas, iluminados, muchos de ellos geniales, pero con mala suerte.
La Historia es un tejido sin concluir. Lo que hoy es verdad, mañana puede transformarse en la peor mentira.
La lista de grandes ecuatorianos decepcionados es altísima. Decepcionados porque lo que debía ser de una manera, terminó siendo de otra. El camino al éxito personal y social, el reconocimiento por grandes obras, el estímulo necesario para seguir creando y aportando, se ven truncados por una niebla densa de mala suerte. Se dice mala suerte, aunque en realidad escudriña tras la puerta la envidia, la inquina, la simple mala fe, o una inocente actitud caníbal y hasta parricida.
La Historia del Ecuador está llena de mártires. Y el caso más conmovedor es sin lugar a dudas el del padre Juan de Velasco, jesuita riobambeño, nacido en 1727. Su vida estuvo llena de peripecias, pero también de calvarios. Y fue tan cruel su destino que incluso años después de muerte se le difamó y vilipendió como si hubiera cometido algún crimen. Su único delito había sido escribir la primera y más grandiosa Historia del Ecuador, llamada “Historia del Reino de Quito en la América meridional”.
No solo que esta obra permaneció inédita durante cincuenta años, a partir de la muerte de su autor, sino que una vez que fue publicada, después de laberínticos trámites, sufrió todo tipo de vejámenes por considerársela una farsa.
Detrás de ello había un motivo político: la reivindicación de España como portadora de civilización y fe, y la erradicación de una leyenda negra tejida maliciosamente en torno al falso maltrato sufrido por la población indígena durante varios siglos.
Los entretejidos de este macabro plan comenzaron así:

Entre 1862 y 1865 se llevó a cabo la Expedición Científica del Pacífico, que era la primera que se realizaba desde las luchas independentistas y que seguía la tradición española de levantar información sobre los “territorios de ultramar” —nunca más colonias. Uno de los miembros de esta expedición era el científico Marcos Jiménez de la Espada. En todos los sitios que estuvo, incluido Quito, recogió información sobre geografía, historia y sobre todo fauna, con énfasis en insectos, ya que su especialización era la zoología. A su retorno a Madrid se dedicó completamente a la Historia. Tenía abundante material, sobre todo de Bartolomé de las Casas, Pedro Cieza de León y del jesuita Bernabé Cobo, que unió a sus propias observaciones. Con todo ese acervo redactó las “Relaciones geográficas de Indias”, en cuatro tomos, que no era otra cosa que una recopilación de crónicas poco conocidas, y que fue muy bien recibida por la Academia de Historia e incluso premiada. Jiménez de la Espada, a pesar de conocer la obra del padre Juan de Velasco, por haber adquirido los tres tomos impresos, no la incluyó por considerarla perniciosa. Alegó que se trataba de una fábula sin fuentes, escrita basándose en la memoria y con mucha imaginación. Desmintió radicalmente la existencia del Reino de Quito y se mofó de caras, quitus y shyris que aseguró eran una invención de Velasco. Por último, sentenció que la conexión entre estos personajes míticos y los incas le parecía aberrante.
En Quito, mientras tanto, en el ambiente intelectual de comienzos del siglo XX brillaba un cura con un pasado bastante agitado. Se le conocía por su cultura y porque sabía mejor que nadie la Historia del Ecuador. Era además un sacerdote considerado sabio al que siempre había que pedir consejo, y para rematar había desempeñado una ajetreada agenda política siendo senador y diputado. Se llamaba Federico González Suárez, era arzobispo de Quito y había escrito una obra voluminosa titulada “Historia General de la República del Ecuador”, en la que se notaba que entre sus muchas consultas en archivos y libros, estaba la obra del padre Juan de Velasco. En referencia a él, en capítulo aparte simuló elogiarlo pero acabó repitiendo lo mismo que había dicho Jiménez de la Espada. A la desacreditación de la obra de Velasco se sumó Jacinto Jijón y Caamaño, un aristócrata quiteño dedicado a la arqueología e historia, que además era discípulo de monseñor González Suárez, y que publicó un folleto titulado “Examen crítico a la veracidad de la Historia del Reino de Quito, del padre Juan de Velasco” en el que no hizo otra cosa que repetir los argumentos de Jiménez de la Espada, aumentados y corregidos por González Suárez. Se acusaba a Velasco principalmente de haber escrito la obra de memoria, en el extranjero, sin ningún documento que respaldara su narración, y de haberse inventado el Reino de Quito y la existencia de caras, quitus y shyris, ya que no existía ningún indicio que lo respaldara. De esta manera el padre Juan de Velasco pasó a ser considerado un embaucador y el Reino de Quito un mito. Era una época en la que todavía quedaban resquicios de las grandes hazañas, expediciones y búsquedas de tesoros. La arqueología se había vuelto ciencia y era el quehacer favorito de los aristócratas quiteños que soñaban con la mítica Troya y las pirámides egipcias, que ha propósito no habían sido encontradas por arqueólogos sino por personas dedicadas a otros quehaceres. A pesar de la inextinguible admiración de varios conocedores de la obra de Velasco, y de las esporádicas reediciones de su obra, la leyenda negra sobre la real existencia del Reino de Quito se cernió como una peste y se lo condenó al olvido.
Durante la década de 1970, en la ciudad de México, pasó un suceso interesante cuando unos trabajadores de la empresa eléctrica hicieron una excavación debajo del zócalo y encontraron la antigua metrópolis de Tenochtitlán que dejaba en claro que la actual ciudad de México había sido construida sobre otra ciudad que un día albergó a más de un millón de habitantes. Durante la siguiente década ocurrió el hallazgo de un antiguo cementerio mientras se abría una carretera, en el sitio denominado La Florida, al noroccidente de Quito, donde se encontraron varias fosas funerarias con más de sesenta momias enterradas en hoyos profundos de hasta tres pisos. Dieciséis de estas momias estaban en la cámara central y se podía deducir que habían sido personajes importantes porque estaban cubiertas con grandes ponchos que les tapaban el cuerpo entero, confeccionados con abalorios de spondylus de color morado, crema y naranja, y bolitas de oro. Eran sin duda los parientes de los primeros quitus, caras y shyris que habían viajado desde Bahía de Caráquez, trayendo spondylus, para establecerse en Quito y formar el Reino entre los años doscientos y quinientos después de Cristo, tal cual Velasco lo había escrito. Casi cinco siglos después de la muerte de Atabalipa, el último Inca, se comenzó a construir un tren subterráneo debajo de la ciudad de Quito. Una de sus estaciones quedaba precisamente debajo de la plaza de San Francisco, donde el Inca Huayna Cápac había construido su palacio. A pesar de las cercas y de la discreción con la que trató de hacer el trabajo, se evidenció el hallazgo de utilería doméstica republicana y colonial, aunque también pasadizos, gradas y culuncos anteriores a la conquista, que fueron destruidos por la prepotencia de la modernidad.
La obra del padre Juan de Velasco siguió siendo menospreciada en los círculos académicos y se negó rotundamente la existencia del Reino de Quito, a pesar de que en la extensa toponimia del país la mayoría de pueblos y recintos tenían nombres indígenas citados por Velasco, lo que dejaba entrever la existencia de un reino bastante grande. Igual cosa sucedió con los innumerables trabajos científicos sobre la naturaleza del Ecuador, cuya fuente fundamental de consulta consistió en la desprestigiada Historia Natural, que quizá era imperfecta pero que representaba un excelente punto de partida.
Así fue como la Historia se volvió mito y el Reino de Quito pasó a ser leyenda. Había que aceptar resignadamente que, al igual que Pompeya, Troya, Machu Picchu, Tenochtitlán y tantos otros, al Reino de Quito habría de llegarle su momento.

Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a la Editorial Abya-Yala por ser una impulsadora de sueños. Si no me equivoco, esta es la primera novela que se publica en una editorial dedicada sobre todo al ensayo, la antropología, etnohistoria y la investigación científica. A pesar de estar escrita en forma de novela, “Réquiem por el Reino” es fruto de una larga investigación histórica, por lo que felicito la apertura de esta editorial, y en particular de José Juncosa para publicar esta novela. Abya Yala ratifica ser una impulsadora de sueños en un país en el que cada vez es más difícil soñar.

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presentacion handels 1

Una propuesta política y ética: el libro de Michael Handelsman

El libro Desaprender para volver a ser, de Micheal Handelsman ha recibido el Premio Nelson Estupiñán Bass de la Sección Ecuador de LASA (Latin American Studies Association). La publicación es parte de nuestra colección de Pensamiento Decolonial. El autor, estudioso de la cultura, es profesor emérito de estudios hispanos y de literatura latinoamericana en la Universidad de Tennessee. En el acto de presentación, realizado en la Universidad Politécnica Salesiana participaron como comentaristas Yuliana Ortiz y Edizon León. Cathy Walsh estuvo moderando el evento. Compartimos en este espacio el comentario de Edizon León Castro, con el que invitamos a leer esta obra tan importante en el catálogo de Abya-Yala.

Desaprender para volver a ser, es una propuesta política y ética, particularmente provocadora si tomamos en cuenta que su autor es: académico, hombre/blanco, y del norte global, que decide leer, comentar y aproximarse a la literatura afroecuatoriana y afrocolombiana ,desde un lugar que no le pertenece en tanto casa adentro, pero que asume desde el casa afuera con responsabilidad y sobre todo con mucho respeto y sensibilidad.
Aquí ya nos vamos adentrando el mundo de las condiciones existenciales de la enunciación.
Esa posición, muchas veces no-cuestionada y autorizada por los regímenes de verdad hegemónicos, es precisamente lo que Handelsman decide poner en tensión y ponerse en tensión a sí mismo….y posiblemente es su peregrinar por el camino de desaprender como lo expresa en su libro. ¿Qué puede desaprender alguien que ha sido formado por la academia blanca, que ha sido legitimado por sus instituciones, que ha habitado el privilegio del “ver sin ser visto, de no ser estereotipado, de no ser nombrado”? Puede desaprender el habitus colonial de representar y hablar del Otro y por el Otro….pues lo que plantea Handelsman y muestra en es toda su producción, es que sí, y en su escritura y reflexión al acercase a esa voces silenciadas que busca dar respuestas a estas y a otras preguntas, y es su aporte desde su lugar de enunciación a la interculturalidad.
Cuando Juan García Salazar, propuso desde la memoria y la palabra de los y las mayores esta filosofía, desaprender para volver a ser….desaprender lo ajeno para reaprender lo propio…dejar de ser para volver a ser…s no somos todo lo que nos han dicho que somos….volver a ser donde nunca fuimos. Son lugares de existencia comunes en sus texto con los que dialoga y articula en este libro.
Las apariciones del abuelo Zenón y de Juan García Salazar con sus enseñanzas y mandatos ancestrales, traídos desde la memoria por los soneos del jazzman del Mandela´s Country, están a lo largo del texto para interpelar el habitus colonial y esas voces silenciadas son soneo, son leídas en clave de cimarronaje y que invitan a desprenderse de esa piel del colonialismo como sostiene Fanon que se impuso desde la esclavitud colonial.
Desde esta perspectiva, el “desaprender para volver a ser” no es un título poético, ni mucho menos un recurso literario abstracto, esto lo deja muy claro desde el inicio. Es un grito existencial profundamente encarnado en la Experiencia negra que debe leerse en paralelo al proceso de cimarronaje. El cimarrón huye de la plantación no solo para escapar del amo, sino para reinventarse- para volver a ser en libertad…para volver a ser donde no habíamos sido. Y esto es lo que entendemos como un cimarronismo existencial, que no despliega solo acciones sino una actitud cimarrona con el que se enfrenta al mundo colonial.
Y creo que es lo que intenta Handelsman, huir del lugar cómodo del saber autorizado, del canon, no para ocupar otro centro, sino para reconstruir y acompañar su forma de existir con y desde las voces silenciadas de los y las afrodescendientes. El desaprender es la huida, y el volver a ser es la re-existencia.
Este volver a ser implica también un sentipensar distinto: un modo de lectura que no se limita a analizar, sino que se deja afectar. En sus acercamientos a las obras de Juan Montaño Escobar, Yuliana Ortiz Ruano o a la antología de mujeresnegras poetas afrocolombianas, como lo plantea Betty Ruth Lozano, Handelsman no pretende hablar por ellas ni mucho menos interpretar su poesía, sino abrir espacio para que sus palabras se manifiesten con su propia fuerza.
Handelsman reconoce en la poética de Ortiz una insurgencia encarnada y musical: una escritura que no pide permiso, sino que irrumpe, canta, hiere y sana., como el hip hop. Su palabra, atravesada por la música, el cuerpo y la espiritualidad negra, subvierte el canon desde adentro y desplaza las formas hegemónicas de leer.
El autor en lugar de traducirlas a los códigos canónicos, se esfuerza por acompañarlas, por seguir el ritmo y el son de sus tramas, sus silencios, sus oralidades, su espiritualidad.
Ahí aparece también otro gesto clave del libro: el de la des-representación. Dejar de representar al otro para contribuir y nuevamente acompañar a los procesos de auto-representación. Subvertir las palabras del poder por el poder de las palabras. En este sentido, Desaprender para volver a ser, no es solo una intervención literaria o crítica: es una práctica de interpelación ética y política. Nos desafía a dejar de mirar la literatura afrodescendiente como “objeto de estudio” y comenzar a leerla como sujeto, sujeta contructora de pensamiento, como genealogía de resistencia, como trinchera ontológica.
No hay en este libro arrogancia académica, ni una pretensión de redención. Lo que hay es un intento honesto de construir puentes que no reproduzcan la gramática colonialidad, sino que inviten al descentramiento y en ese proceso encontrarnos con el casa afuera. El valor de esta obra no está en hablar desde la literatura por/desde los pueblos afrodescendientes, sino en poner en crisis el lugar desde donde suelen hablar, desde donde suelen representarnos. Y en ese gesto, no se trata solo de leer otras voces: se trata de leerse a sí mismo desde la incomodidad y talves por ahí va su proceso de desaprender.
En definitiva, Desaprender para volver a ser es una apuesta por reaprender a leer, a escuchar y a sentir con otros mundos, con otras voces, con otros sentires. Un llamado a interrumpir la arrogancia epistémica del privilegio blanco y a abrirse a la posibilidad de una interculturalidad crítica, situada, encarnada y encuerpada. Porque quien deaprende a partir de la experiencia negra, desde el privilegio blanco y patriarcal merece la pena ser leído con gusto.

Abril 2025

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